abandoné por ella
mi hogar un día,
y aunque su luz no veía
seguí buscando, seguí buscando, seguí buscando.
Solo y cansado de andar
junto al faro me senté,
y al otro lado del mar
he visto a mi estrella
qué pena qué pena,
no tenga sus rayos
muy cerca de aquí,
pequeña sirena,
qué pena qué pena,
no puedas traerme
su luz de rubí.
He visto a mi estrella,
qué pena qué pena,
no tenga sus rayos
muy cerca de aquí,
pequeña sirena,
qué pena qué pena,
no puedas traerme
su luz de rubí.
Y ahora me pongo a cantar
porque ya la contemplé,
de nácar y de coral...
mi alma serena
qué pena qué pena,
no tenga cien alas
que vuelen por mí,
y junto a la arena,
qué pena qué pena,
no tenga una barca
para poder ir.
Mi alma serena
qué pena qué pena,
no tenga cien alas
que vuelen por mí,
y junto a la arena,
qué pena qué pena,
no tenga una barca
para poder ir.
Pero no me importa yo le daré forma,
con sólo mis manos cortaré madera
coseré las velas y de esta manera
yo la construiré...
Mi alma serena
qué pena qué pena,
no tenga cien alas
que vuelen por mí,
y junto a la arena,
qué pena qué pena,
no tenga una barca
para poder ir.
Mi alma serena
qué pena qué pena,
no tenga cien alas
que vuelen por mí,
y junto a la arena,
qué pena qué pena,
no tenga una barca
para poder ir.
Mi propia barca construiré,
mi propia barca construiré,
mi propia barca construiré,
mi propia barca construiré...
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